miércoles, 27 de agosto de 2008

Conrado Narváez, pionero de la Naturopatía colombiana.

Conrado Narváez Zuluaga, (1906 - 1972), considerado el pionero de la Naturopatía en Colombia, nace en una pequeña finca de la vereda Puente Largo del municipio del Carmen de Viboral, oriente antioqueño, de Colombia. Autor del libro "Superación Física y Mental". Método Saludable sin drogas ni operaciones donde se recogen los pasos a seguir para recuperar la salud y disfrutar de una vida saludable, siguiendo los principios del procedimiento naturopático.

Además también fue Miembro de la Sociedad Internacional de Naturópatas . Los Ángeles, California , USA; 1 de abril de 1947. Miembro del Congreso Mundial de Naturopatía, reunido en Nueva York , USA; 27 de julio de 1947. Miembro del Concejo de Investigaciones Científicas de la Universidad de Emerson. Los Ángeles , California, USA; 1 de octubre de 1947. Miembro honorario de la Sociedad Naturista Colombiana, Medellín, Colombia ; noviembre de 1947. Presidente Fundador del Club Científico Social Vegetariano Bogotá 9 de noviembre de 1950. Director Fundador del Instituto de Superación Física y Mental, Bogotá 13 de octubre de 1965.

El Profesor Narváez, como siempre se le ha conocido, ha contribuido al desarrollo de la naturopatía como ciencia de la salud, desarrollando y aplicando los procedimientos naturopáticos que investigaba en la práctica cotidiana, hecho que cientos de personas con problemas de salud pueden atestiguar como han recuperado la salud y han aprendido un sistema de vida acorde con las leyes naturales.

Pero el hecho de por si más destacable es su participación en el Congreso Mundial de Naturopatía, celebrado en Nueva York , USA; el 27 de julio de 1947, donde presentó su trabajo sobre cómo llevar a la población rural los saludables beneficios de la Naturopatía.

Su participación se recoge en el diario " LA PRENSA " de Nueva York , del martes 5 de agosto de 1947 , número 9.537). de la siguiente forma:

"CIENTÍFICO COLOMBIANO APORTA TEMAS DE NATUROPATIA EN EL JUBILEO DE ORO DE LA ASOCIACION NATUROPATICA AMERICANA"At the Golden Jubilee Convention of the American Naturopathic Association, held in New York City in 1947.

El Profesor Conrado Narváez Zuluaga, de nacionalidad colombiana , delegado de este país a la Conferencia Naturopática Internacional que se acaba de celebrar en esta ciudad en el hotel Commodore, presentó a la consideración de los allí reunidos un trabajo que tituló "Nutrición infantil y ascitis en la primera infancia", obra que fue elogiada por el presidente del congreso. El Profesor Narváez, explicó su trabajo ante los delegados, indicando que "la positiva ciencia de curar, radica en conocer las necesidades biológicas del cuerpo humano y en suministrar al organismo lo necesariamente indispensable para reforzar sus defensas, y colaborar con la naturaleza a su desenvolvimiento y equilibrio ". El Profesor Narváez , lleva 22 años dedicados a la ciencia Naturopática , siendo éste su primer viaje a Nueva York . El presidente del congreso Naturopático tuvo palabras de elogio para la labor del Profesor Narváez , quien recibió una larga ovación por su trabajo.

Cabe recordar también que en ese momento el presidente de la American Naturopathic Association, organizador del evento y fundada a principios del siglo XX por Benedict Lus, estaba presidida por Jesse Mercer.

sábado, 2 de agosto de 2008

Santa Hildegarda de Bingen (1098 - 1179), considerada la patrona de la Naturopatía, celebra su onomástica el día 17 de septiembre

HILDEGARDA, MUJER MEDIEVAL. VIDA . Para comprender la figura de Hildegarda hay que situarla en su contexto. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, durante la época medieval la mujer participó activamente en la vida económica, cultural y social. El s. XII es una época de gran efervescencia intelectual. Las escuelas de Chartres y de San Victor ejercieron una fuerte influencia. Hildegarda vivió en esta época. Nació en 1098, el año de la fundación del Nuevo Monasterio de Císter, en una familia noble y piadosa del Palatinado. A los ocho años la confiaron, para su educación, a Jutta de Spanheim, una monja que vivía según la Regla de san Benito cerca del monasterio de monjes benedictinos de Disibodenberg. Hildegarda era una niña inteligente y allí adquirió una cultura religiosa y humanística, como oblata benedictina. Más tarde profesó como monja en este lugar. Cuando murió Jutta, Hildegarda fue elegida abadesa.

PERSONALIDAD HUMANA Y ESPIRITUAL. OBRAS. Es muy compleja la personalidad de Hildegarda. Tiene un estado de salud muy delicado y desde niña necesita tener cuidado de su salud, pero vivió ochenta años y desarrolló una actividad extraordinaria hasta su muerte. Sus problemas de salud parecen trastornos psicosomáticos, fruto de una gran hipersensibilidad y emotividad. Fue una mujer de vivencias extremas, de intensa emotividad, de una gran capacidad de observación de la realidad. Tiene un conocimiento profundo de la naturaleza humana, de las diferencias entre hombre y mujer. Mujer que ha asumido plenamente su condición femenina, sin menospreciarla y sin que ésta condicionase su misión. Mujer de curiosidad casi universal. Le interesa todo aquello que es de Dios y todo aquello que es humano. Sus obras son un exponente clarísimo. Demuestran un saber enciclopédico. El saber de su época es global, no existen especializaciones y conocer a Dios es conocer también a la persona humana, la naturaleza, el cosmos, todo es reflejo de la gloria de Dios. Hacer ciencia es también hacer teología, y hacer experiencia de Dios es también hacer una experiencia humana de conocimiento psicológico, fisiológico, físico y espiritual de la persona, imagen de Dios y de todo el cosmos, el cual preside en el centro al hombre integral (hombre-mujer), máximo de la creación, presidida por el amor de Dios. Las obras más importantes son la trilogía: Scivias (sci vias Domini), Conoce los caminos , traducida al castellano; Libro de los méritos de la vida (sin traducir); y Libro de las obras divinas , traducida al catalán en la colección "Clàssics del Cristianisme", número 65. Scivias es la obra más importante de Hildegarda. La escribe en diez años (1141-1151). Es la más extensa y es una obra de teología dogmática. El Libro de los méritos de la vida lo escribe de 1158 a 1163. Es una obra de teología moral y explica el discernimiento entre el bien y el mal. En el centro se encuentra el hombre, imagen de Dios que sostiene y domina el cosmos, árbitro de la lucha entre el bien y el mal en el interior de cada persona. El Libro de las obras divinas (escrito entre 1163 y 1173) tiene un tono grandilocuente y es una obra científica y teológica a la vez. Contiene conocimientos cosmológicos y antropológicos muy profundos y una teodicea espléndida. Pero Hildegarda escribe muchas otras obras espirituales. Se conservan numerosas cartas escritas siempre por ella como mensajera de Dios, tiene composiciones poéticas y musicales, una invención de una nueva lengua, mezcla del alemán y el latín -las dos lenguas que ella conocía-, numerosas obras científicas de historia natural, de medicina, de patología, de terapias naturales.

LA REGULA VITAE. Es la norma de vida, la regulación de la vida en bases a las leyes de la naturaleza que en última instancia son el reflejo de las leyes divinas, quien vive de acuerdo a las leyes de la naturaleza está viviendo de acuerdo a las leyes divinas. La vida monástica de Hildegarda se podría resumir como experiencia trastornadora de Dios, presente en todo y en todos, y expresada en ayudar y sanar. Hildegarda, que siempre tiene problemas de salud, actúa como sanadora para los demás. Había pocos sanadores titulados (médicos) en el s. XII y la gente se dirigía a los monasterios, donde solía haber un hospital. Entre los monjes y monjas había algunos que tenían conocimientos sanitarios. En muchos monasterios del s. XII había un hospital para pobres y peregrinos, una casa especial para las sangrías (una institución muy importante en aquellos tiempos), un jardín de plantas (herbolario). La Regla Benedictina dedica un capítulo a los enfermos (cap. 36): que sean servidos como si fueran realmente el Cristo , con toda solicitud. El saber de la época es global, no existe aún la especialización, y Hildegarda escribe obras que revelan una cultura notable y una sabiduría enciclopédica. Tan pronto es sanadora como miniaturista, tan pronto es psicóloga como compositora musical, herbolaria o teóloga. En su producción hay obras verdaderamente científicas, con hechos bien observados, intuiciones profundas e ideas nuevas, pero también hay lagunas considerables. Es una producción desigual. Con todo, su obra científica tiene un gran mérito. Hay algún aspecto que Hildegarda ya intuyó y que, siglos más tarde, la ciencia moderna ha descubierto y confirmado. Su conocimiento científico es experimental y con un gran sentido de la realidad. Hildegarda la contempla atentamente y la interpreta a la luz de la fe y de la visión interior que la caracteriza.

A pesar de esto, en las obras de naturopatía, de herbología, de hierbas y de plantas, no entra el conocimiento sobrenatural, sino que son fruto de la observación de la naturaleza, de los problemas de salud de las monjas y de los vecinos, de las parturientas del pueblo que ella atendía. Es una mujer observadora y aguda que toma nota de todo aquello que ve y busca las causas.

Sus conocimientos sobre la psicología y la fisiología del hombre y de la mujer sorprenden. Tenía conocimientos de anatomía y de fisiología, también de la psicología diferencial femenina y masculina, y de las propiedades de muchas hierbas medicinales. Todo ello lo aplicaba para sanar, pero sobre todo creía en la fuerza de la oración. En su obra Causae et curae (causas y tratamientos) utiliza métodos de naturopatía, pero también una especie de psicoterapia espiritual, en la que emplea la fuerza que le viene de la experiencia de Dios junto con la fina intuición y las dotes de observación que le permiten el conocimiento de las personas para comprender aquello que éstas necesitan. Sus obras lo testifican, aparte de algunos milagros que se le atribuyeron. El hecho es que había pasado la vida escuchando a las personas, observándolas, rezando por ellas. Su arte de sanar debía ser una especie de higiodinamia psicosomática que, unida a la oración, tenía efectos sorprendentes. La gente hacía cola ante el monasterio para recuperar su salud..

¿Cómo debía de ser esta práctica de salud? No lo podemos saber exactamente, pero debía de emplear hierbas medicinales, ya que las estudiaba y catalogaba, anotando sus propiedades higiodinámicas. Consideraba a la persona en su unidad: física, psíquica y espiritual. Examinaba a la persona entera, se preguntaba el porqué y la causa del problema de salud. Asociaba la sanación del espíritu con la del cuerpo, y al revés. Sabía que los pensamientos y los sentimientos mal integrados pueden favorecer la pérdida de salud. También empleaba la escucha, una escucha activa y atenta, llena de interés por la persona que tenía delante y sus problemas. Y sobre todo empleaba la oración. La sanación no era algo mágico, era por gracia y don de Dios que se servía de ella para dar la salud y la alegría a aquel que lo necesitaba. Y su fama de sanadora se extendió por muchas regiones. Era una sanadora holística y humanista, es decir aplicaba en criterio naturopatica en su práctica sanadora.

BIBLIOGRAFÍA.

Obras de Hildegarda e introducciones a su obra
  • HILDEGARDA DE BINGEN. Concert de l'harmonia de les revelacions celestes . Publicacions Abadia de Montserrat, 1997.
  • HILDEGARDA DE BINGEN. Llibre de les revelacions divines . Clàssics del Cristianisme, 65. Proa, 1997.
  • HILDEGARDA DE BINGEN. Scivias: conoce los caminos . Trotta, 1999.
    Vida y visiones de Hildegard von Bingen. Vida por Theodoric von Echternach. Edición de Victoria Cirlot. Ed. Siruela, 1997.

Estudios

  • G. ÉPINEY-BURGARD, E. ZUM-BRUNN. Mujeres trobadoras de Dios. Una tradición silenciada de la Europa medieval. Paidós, 1998.
  • R. PERNOUD. Hildegarda de Bingen. Una conciencia inspirada del s.XII. Paidós, 1998.

Podéis encontrar más bibliografía y discografía en las ediciones de sus obras citadas más arriba y en:

Referencia: Seminario dictado por Rosa Maria Piquer i Pomés